lunes, 5 de agosto de 2013

Don Juan Tenorio


Don Juan Tenorio es un drama romántico en dos partes publicado en 1844 por José Zorrilla. Constituye, junto con El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), atribuida a Tirso de Molina y de la que Don Juan Tenorio es deudora, una de las dos principales materializaciones literarias en lengua española del mito de Don Juan.
Hace un tiempo Don Juan y Don Luis Mejía habían hecho una apuesta doble, en la cual se trataba «quién de ambos sabía obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año» y «quien de los dos se batía en mas duelos y quien seducía a mas doncellas». La historia inicia un año después de esa apuesta, por lo tanto, Don Luis Mejía y Don Juan se vuelven a encontrar en la hostería del Laurel de Buttarelli, en Sevilla; donde comparan sus hazañas. La apuesta se ha vuelto un gran escándalo en Sevilla, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta lo que sucede. Durante la noche, arriban a la Hostería del Laurel, propiedad de Butarelli, en busca de conocer a fondo los detalles de dicha apuesta. Don Gonzalo, padre de doña Inés, la prometida de don Juan, se ha enterado de la apuesta, y va a la hostería a asegurarse de lo que ha oído. Igualmente don Diego, padre de Don Juan, quiere ver "el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser". Los rivales cuentan los muertos en batalla y las mujeres seducidas, al finalizar Don Juan queda como vencedor, sin embargo Don Luis lo vuelve a desafiar diciéndole a Don Juan que lo que le falta en la lista es «una novicia que esté para profesar», entonces Don Juan le vuelve a apostar a Don Luis que conquistará a una novicia, y que además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja. Don Luis, ante las palabras del otro, envía a su criado, Gastón, a avisar a la justicia; mientras que don Juan hace lo mismo con Ciutti. Al oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido. A la hostería llegan dos rondas de alguaciles que ponen bajo arresto a los dos nobles. Don Luis logra salir de la cárcel y va con doña Ana para suplicarle que se mantenga firme ante Don Juan, que irá tras ella. Don Juan también sale, y en la calle de la casa de Doña Ana, hace encerrar a don Luis. Luego, conversa con Brígida, la beata comprada del convento, que le explica como entrar en el convento sin ser visto. La última acción de Don Juan, para asegurar la apuesta, es llamar a Lucía, la sirvienta de Doña Ana, para pedirle que abra las puertas de la casa a cambio de dinero y a las diez de la noche. Lucía accede. En tanto, Doña Inés lee una carta de Don Juan, en la que declara abiertamente su amor hacia ella. Cuando ha concluído, Don Juan penetra en la celda, lo que provoca que se desmaye. Don Juan la toma y la lleva a su casa. Don Gonzalo llega tiempo después, a contarle a la madre abadesa que la dueña de Doña Inés está comprada, y teme por su bienestar. Aparece entonces la hermana tornera, anunciando la desaparición de Doña Inés. En la casa de Don Juan, doña Inés cae en las redes del galán. Unidos por su amor, están dispuestos a todo. En ese momento, llega Don Luis, que quiere matar a Don Juan. Casi después, llega Don Gonzalo, con gente armada. Don Juan manda a Don Luis a una habitación contigua para que espere. Don Juan se humilla ante Don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija a cambio de pruebas que él mismo dispone. Don Gonzalo se niega. Don Luis sale del cuarto y trata de aliarse con el comendador para matar a Don Juan, pero finalmente resulta ser éste último el matador, dándole un balazo a Don Gonzalo y una estocada a Don Luis. Don Juan huye de Sevilla en un bergantín hacia Italia

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